lunes, 12 de marzo de 2012

Nuevo año..otro séptimo!!!

¡¡Hola!! Bienvenidos ambos séptimos del turno tarde. 
Este es nuestro espacio, en él nos encontraremos, a través de él nos comunicaremos y desde él participaremos.

 

martes, 22 de noviembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA BUENA MUERTE


María Santos cerró los ojos, aflojó el cuerpo, acomodó la espalda contra el blando tronco del árbol. Se estaba bien allí, a la sombra de aquellas hojas transparentes que filtraban la luz rojiza del sol.
Carlos, el yerno, no podía haberle hecho un regalo mejor para su cumpleaños.
Todo el día anterior había trabajado Carlos, limpiando de malezas el lugar donde crecía el árbol. Y había hecho el sacrificio de madrugar todavía más temprano que de costumbre para que, cuando ella se levantara, encontrara instalado el banco al pie del árbol.
María Santos sonrió agradecida; el tronco parecía rugoso y áspero, pero era muelle, cedía a la menor presión como si estuviera relleno de plumas. Carlos había tenido una gran idea cuando se le ocurrió plantarlo allí, al borde del sembrado.
Tuf-tuf-tuf.
Hasta María Santos llegó el ruido del tractor. Por entre los párpados entrecerrados, la anciana miró a Marisa, su hija, sentada en el asiento de la máquina, al lado de Carlos. El brazo de Marisa descansaba en la cintura de Carlos, las dos cabezas estaban muy juntas: seguro que hacían planes para la nueva casa que Carlos quería construir.
María Santos sonrió; Carlos era un buen hombre, un marido inmejorable para Marisa. Suerte que Marisa no se casó con Laico, el ingeniero aquel; Carlos no era más que un agricultor, pero era bueno y sabía trabajar, y no les hacía faltar nada.
¿No les hacía faltar nada?
Una punzada dolida borró la sonrisa de María Santos.
El rostro, viejo de incontables arrugas, viejo de muchos soles y de mucho trabajo, se nubló.
No. Carlos podría hacer feliz a Marisa y a Roberto, el hijo, que ya tenía 18 años y estudiaba medicina por televisión.
No, nunca podría hacerla feliz a ella, a María Santos, la abuela...
Porque María Santos no se adaptaría nunca —hacía mucho que había renunciado a hacerlo— a la vida en aquella colonia de Marte.
De acuerdo con que allí se ganaba bien, que no les faltaba nada, que se vivía mejor que en la Tierra; de acuerdo con que allí, en Marte, toda la familia tenía un porvenir mucho mejor; de acuerdo con que la vida en la Tierra era ahora muy dura... De acuerdo con todo eso; pero, ¡Marte era tan diferente!...
¡Qué no daría María Santos por un poco de viento como el de la Tierra, con algún "panadero" volando alto!
—¿Duermes, abuela? —Roberto, el nieto, viene sonriente, con su libro bajo el brazo.
—No, Roberto. Un poco cansada, nada más.
—¿No necesitas nada?
—No, nada.
—¿Seguro?
—Seguro.
Curiosa, la insistencia de Roberto; no acostumbraba ser tan solícito; a veces se pasaba días enteros sin acordarse de que ella existía.
Pero, claro, eso era de esperar; la juventud, la juventud de siempre, tiene demasiado quehacer con eso, con ser joven.
Aunque en verdad María Santos no tiene por qué quejarse: últimamente Roberto había estado muy bueno con ella, pasaba horas enteras a su lado, haciéndola hablar de la Tierra.
Claro, Roberto, no conocía la Tierra; él había nacido en Marte, y las cosas de la Tierra eran para él algo tan raro como cincuenta o sesenta años atrás lo habían sido las cosas de Buenos Aires —la capital—, tan raras y fantásticas para María Santos, la muchachita que cazaba lagartijas entre las tunas, allá en el pueblito de Catamarca.
Roberto, el nieto, la había hecho hablar de los viejos tiempos, de los tantos años que María Santos vivió en la ciudad, en una casita de Saavedra, a siete cuadras de la estación.
Roberto le hizo describir ladrillo por ladrillo la casa, quiso saber el nombre de cada flor en el cantero que estaba delante, quiso saber cómo era la calle antes de que la pavimentaran, no se cansaba de oírla contar cómo jugaban los chicos a la pelota, cómo remontaban barriletes, cómo iban en bandadas de guardapolvos al colegio, tres cuadras más allá.
Todo le interesaba a Roberto: el almacén del barrio, la librería, la lechería... ¿No tuvo acaso que explicarle cómo eran las moscas? Hasta quiso saber cuántas patas tenían... ¡Cómo si alguna vez María Santos se hubiera acordado de contarlas! Pero, hoy, Roberto no quiere oírla recordar: claro, debe ser ya la hora de la lección, por eso el muchacho se aparta casi de pronto, apurado.
Carlos y Marisa terminaron el surco que araban con el tractor. Ahora vienen de vuelta.
Da gusto verlos: ya no son jóvenes pero están contentos.
Más contentos que de costumbre, con un contento profundo, un contento sin sonrisas, pero con una gran placidez, como si ya hubieran construido la nueva casa. O como si ya hubieran podido comprarse el helicóptero que Carlos dice que necesitan tanto.
Tuf-tuf-tuf...
El tractor llega hasta unos cuantos metros de ella; Marisa, la hija, saluda con la mano; María Santos solo sonríe; quisiera contestarle, pero hoy está muy cansada.
Rocas ondulantes erizan el horizonte, rocas como no viera nunca en su Catamarca de hace tanto. El pasto amarillo, ese pasto raro que cruje al pisarlo, María Santos no se acostumbró nunca a él. Es como una alfombra rota que se estira por todas partes: por los lugares rotos afloran las rocas, siempre angulosas, siempre oscuras.
Algo pasa delante de los ojos de María Santos.
Un golpe de viento quiere despeinarla.
María Santos parpadea, trata de ver lo que le pasa por delante.
Allí viene otro.
Delicadas, ligeras estrellitas de largos rayos blancos...
¡"Panaderos"!
¡Sí, "panaderos", semillas de cardo, iguales que en la Tierra!
El gastado corazón de María Santos se encabrita en el viejo pecho: ¡"Panaderos"!
No más pastos amarillos: ahora hay una calle de tierra, con algo de pasto verde en los bordes, con una zanja, con veredas de ladrillos torcidos... Callecita de barrio, callecita del recuerdo, con chicos de guardapolvo corriendo para la librería de la esquina, con el esqueleto de un barrilete no terminando de morirse nunca, enredado en un hilo de teléfono.
María Santos está sentada en la puerta de su casa, en su silla de paja, ve la hilera de casitas bajas, las más viejas tienen jardín al frente, las más modernas son muy blancas, con algún balcón cromado, el colmo de la elegancia.
"Panaderos" en el viento, viento alegre que parece bajar del cielo mismo, desde aquellas nubes tan blancas y tan redondas...
"Panaderos" como los que perseguía en el patio de tierra del rancho allá en la provincia.
¡"Panaderos"!
El pecho de María Santos es un gran tumulto gozoso.
"Panaderos" jugando en el aire, yendo a lo alto...
Carlos y Marisa han detenido el tractor.
Roberto, el hijo, se les junta, y los tres se acercan a María Santos.
Se quedan mirándola.
—Ha muerto feliz... Mira, parece reírse.
—Sí... ¡Pobre doña María!...
—Fue una suerte que pudiéramos proporcionarle una muerte así.
—Sí... Tenía razón el que me vendió el árbol, no exageró en nada: la sombra mata en poco tiempo y sin dolor alguno, al contrario...
—¡Abuela!... ¡Abuelita!...


“El árbol de la buena muerte”
Héctor Oesterheld


INTEGRANDO

Ahora a leer el texto de Oesterheld. Luego de una lectura atenta  resuelve las siguientes propuestas de trabajo:
En relación al texto
1.      ¿Qué tipo de texto es? Menciona las características que te llevaron a la elección.
2.      ¿Cuál es su título? ¿Por qué se llama así?    
3.      ¿Cuál es el tema principal del texto? Resúmelo en una oración.
4.      Realiza la síntesis de su argumento, para ello no superes los cinco renglones (Cuida tu expresión, redacción, sangría, párrafos, puntuación).
5.      ¿Qué lugares describe? Enúncialos y coloca los adjetivos o frases que utiliza el autor para describirlos.
En relación a la obra literaria
1.    ¿Por qué razón la abuela no pudo adaptarse a la vida en Marte?
2.    ¿Cuáles fueron los motivos por los cuales la familia abandonó la tierra?
3.    El regalo que le obsequian a María Santos ¿responde a sus gustos o necesidades? Justifica tu respuesta.
4.    ¿Te gustaría recibir un regalo igual? ¿Por qué?
5.    ¿Cómo clasificarías este cuento? Justifica brevemente tu elección.
ü  Fantástico, de ciencia ficción o maravilloso.
En relación a la producción escrita
Desarrolla una de las dos propuestas. Extensión mínima una carilla de hoja de carpeta Nº 3.
1.      Imagina cómo es un día completo en la vida de Roberto, el nieto de María Santos, en la colonia de Marte el planeta en que vive. Realiza un breve relato
2.      Redacta la carta que María Santos le escribe a su mejor amiga en la Tierra, donde le cuenta cómo es su vida en el planeta Marte.

jueves, 6 de octubre de 2011

Periódico Mural

Entrevistas


MEMORIA VIVA

Entrevista a Hugo Casella. Protestante y víctima de la noche de los lápices.


¿Cómo era tú educación durante el golpe?

Yo en el año 76 estaba trabajando y mi educación ya estaba en el nivel universitario, lo que sí recuerdo es el cambio rotundo con respecto a la legislación, la desaparición de los centros de estudiantes. En realidad los profesores siguieron trabajando, por lo menos en la universidad en que estaba yo siguieron trabajando normalmente.

¿Qué recuerdos te quedaron marcados de aquella época?

Lo que recuerdo es que yo estaba trabajando como docente primario en esa época, la anulación de todos los derechos como trabajadores , la caída de los estatutos, o sea, la desaparición de los estatutos la aparición de nuevos estatutos en los cuales se perdían derechos como trabajadores.

En el sector de lo que sería los estudios, en los sectores estudiantiles, la pérdida del derecho de participar a través de los centros de estudiantes, la violencia que se vivió en la calle con la persecución y desaparición de personas.

¿Qué sensación te daba al saber lo que estaba pasando?

Daba bastante impotencia porque a lo mejor se habían perdido contacto con algunos compañeros, y de alguna manera lo que se hacía para tratar de contrarrestar todo lo que estaba pasando era intentar juntarse con gente en los lugares donde uno tenía en cuenta , que podía hacerlo con gente del trabajo , con otras personas en los barrios , con los padres de las familias de los chicos y de repente de tener actitudes sociales o reuniones sociales como para mantener los vínculos , porque fue como un modo de cortar vínculos , o sea , el querer imponer el terror , fue para eso , yo no te voy a decir que me sentí atemorizado , aterrorizado , seguíamos saliendo , si teníamos problemas en la calle , nos paraba la policía a cada rato , pero bueno , seguíamos saliendo y seguíamos tratando de contactar con la otra gente .

¿Militabas en aquella época?

Militaba socialmente, o sea, no estaba en ningún sindicato. Tenía 21 años yo en ese momento cuando fue el golpe de estado, no militaba en un sindicato, si tenía compañeros que militaban, nos seguíamos reuniendo después, dentro de por ejemplo, había cooperativas que de repente organizaban actividades para juntar gente como torneos de futbol para chicos pero era la excusa para juntar un montón de gente y después tener reuniones, conversar, así que eso se siguió haciendo, en ningún partido político, no estaba militando.

¿Qué libros prohibieron y cuáles no?

No me acuerdo puntualmente, seguramente todos los libros que estuvieron por fuera de la ideología dominante o que estuviera en contra de ella.

¿Qué diferencia hay entre la educación actual y de aquella época?

Fundamentalmente la posibilidad de la participación, el echo era que funcione nuevamente un gobierno democrático más allá de todo los cuestionamiento que se puedan hacer es la posibilidad de participar en la toma de decisiones, es decir, hoy pensar en una escuela o en una

universidad , por ejemplo: con parcelación de los estudiantes , con participación de los docentes , que todos estemos pensando el tema de la educación. Igualmente te digo que en muchas escuelas , especialmente primarias se siguió trabajando más allá de que por supuesto habían directivos que venían del gobierno en el momento de la dictadura que daban directivas precisa en las cuales hasta se planteaban la posibilidad de denunciar a personas que militaban en algún partido o que tuviera ideas contrarias a las de régimen , mas allá de eso hubo muchos grupos de docentes que siguieron trabajando igual y tratando de mantener la democracia dentro de la escuela.

¿Perdiste compañeros?

Compañeros conocidos, digamos de militancia no, pero sí, he conocido compañeros que sí sufrieron tales perdidas, he perdido algunos que eran compañeros míos pero compañeros en el nivel sindical, pero no eran compañeros míos directamente en el sentido de amistad o de vinculo nos conocíamos todos porque estábamos maso menos en la misma zona, pero si he conocido gente que desapareció.


miércoles, 5 de octubre de 2011

jueves, 16 de junio de 2011

Diseñando el Juego de la oca

Mientras conocemos las distintas opciones que nos ofrece el procesador de textos diseñamos diferentes tableros del Juego de la Oca que utilizaremos para seguir desarollando nuestro proyecto de juegos que involucra la elaboración y producción en serie de juegos de mesa para que los alumnos de la escuela tengamos para utilizar en los recreos y momentos lúdicos.
De esta manera, convergemos dos proyetos en los que trabajamos: la incorporación de las Tics a la tarea escolar y la producción de juegos de mesa.





martes, 17 de mayo de 2011

Una ayudita!!!!!

Recuerden que el primer monumento de la ciudad es la Pirámide de Mayo, que para que una ciudad sea fundada debía contar con tres edificios importantes..el fuerte...la iglesia y el cabildo. Tambien que la plaza de mayo estaba dividida en dos por una recova que se encontraba en donde hoy està la Piràmide de Mayo.
La catedral fue  edificada siete veces hasta llegar a la definitiva, su interior es de gran riqueza, marmoles de varias partes del mundo, pisos confeccionados por venecitas de pequeño tamaño que fueron colocadas a mano, muebles y aberturas construidas por los Jesuitas.
Una importante parte de la historia se aprende al ver estos monumentos, edificios y elementos culturales.
Fue un gusto compartirlo con ustedes.